Sol naciente

Rubén Mellado Troncoso

 

 

[Fragmento del relato]

Papá está loco. Es lo que se piensa en estas ocasiones, sin más reflexión. Pero cuando se conoce el proceso por el que llegamos hasta aquí se concluye que el de Japón estaba loco, éste ha recuperado la cordura y nos ha sacado a mi hermano y a mí del mundo que destruyó a mi madre. Como el padre de Superman, nos metió en una nave y nos envió lejos, sólo que esta vez él vino con nosotros. Ahora somos tres alienígenas. Al menos no estamos solos ni nos da por devorar a nadie. Por algo hay que empezar la integración.

Paso las tardes cuidando de mi hermano. El está muy afectado por el viaje, cree que cuando mamá regrese a casa no nos encontrará y se volverá a marchar. Entonces llora, siempre cuando papá está trabajando. Le narro cuentos de niños huérfanos, devenidos héroes valientes. Momó Taró es su preferido. Lo consuela. Aprovecho y le enseño las palabras de español que voy aprendiendo del curso que bajé cuando papá me comunicó la decisión de trasladarnos. Fue mi única reacción, hacer las maletas y descargar un curso de español. No podía seguir viviendo en aquella casa llena de la esencia de mamá.

Por las mañanas acompañamos a papá a comprar y paseamos antes de que el calor se haga insoportable. El lugar es bonito, pero extraño. Una belleza exótica, totalmente alejada de lo que es Japón.

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