Los ojos de nuestro sol te abrigarán

Victor Dosch Sánchez

 

[Fragmento del relato]

Quisiera escribir esto sin estremecimiento, sin dolor y sin angustia, pero eso resulta del todo imposible. Vivo en una noche interminable, o mejor dicho, he vivido. Precisamente por eso te escribo a ti esta carta, para que la leas en el futuro, cuando puedas comprender todo lo que quiero plasmar en ella, y aunque no sé si sabré; escribo esto con el único designio de hacerte comprender que tras la noche, siempre hay un día, y que el Sol vuelve a visitarnos, aunque se retrase y nos haga esperar. Ninguna noche es eterna, como ningún día es infinito, y ha de ser así. Necesitamos del día y de la noche, de la alegría y de la pena, del bien y del mal, y de la vida y de la muerte.

Mientras tecleo estas líneas que algún día leerás, tú duermes plácido, despreocupado, e ignorante del dolor que siento, del que he sentido y del que sentiré. Del dolor que sentirás, y de las alegrías y de la belleza de la vida. He cabalgado a lomos de la felicidad, he conquistado los territorios del placer, y he llegado a divinizar mi existencia. Y todo ello lo he hecho gracias a ese Sol del que te he hablado, ese que quiero que conozcas y no quiero que olvides jamás.

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