La ventana

Rafael Carmona Ramos

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[Fragmento del relato]

Son las cuatro de la mañana.

Desde mi ventana pocas cosas interesantes puedo ver. Es una ventana normal, blanca, sin cortina, desde la que se ve una de tantas avenidas de Madrid. Conozco cada imperfección de cada ladrillo, cada ralladura del cristal, cada arañazo del lacado blanco de sus perfiles. Por la noche, la luz llega hasta este cuarto piso y entra en mi habitación, esta habitación alquilada en la que desde hace meses duermo, y esas sombras sobre el techo es lo que veo al abrir los ojos.

A estas horas de la madrugada mi insomnio no me permite sino asomarme una vez más a esta ahora tranquila avenida, a esta ahora tranquila ciudad.

Luces que van y vienen: blancas cuando vienen, rojas cuando van. Luces fijas verdes y rojas, que habitan en esos semáforos perennes e impasibles, esas máquinas a las que igual les da si hay o no coche al que parar. Ámbares parpadeantes, inquietantes, que me llevan a despertar aún más mi nerviosismo interior, como si esos semáforos me estuvieron continuamente preguntando por el devenir de mi vida, esa vida que tan acabada veo, tan sin sentido, tan absurda, tan cruel y dolorosa, sin Ella.

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