Mi día de paz

Rocío Fernández Prieto

aa

[Fragmento del relato]

No paro de hacer preguntas, una tras otra: ¿Sería bueno atosigarle con mensajes…? ¿… con llamadas? ¿Podría conseguir volver a enamorarle? ¿Tendré alguna posibilidad en el futuro? ¿Cómo retenerlo? ¿Por qué me ha dejado de amar? ¿Por qué yo no dejo de amarle? ¿Me ha amado alguna vez?

Mi cabeza no para y tengo la sensación de que me estallará en algún momento. Intento buscar soluciones, pero estoy confusa y sigo sin ver la luz. No es porque no tenga apoyos, puesto que mis compañeros me auxilian. ¡Echo tanto de menos a mis padres! Sé que este asunto debo resolverlo yo, sin embargo eso no quita que les necesite. Ahora la distancia a todo me parece un mundo: A la casa de mis padres, a mi colegio, al convento -refugio para mí desde pequeña-… a mis recuerdos.

Vuelo hacia esas palabras de amor pronunciadas y declaradas con fervor, que se quedaron para siempre grabadas en mi corazón:

– Te quiero, necesito estar contigo, no importa que esto se haya precipitado, nuestro destino era estar juntos por siempre y para siempre. Eres lo mejor que me ha pasado nunca, si tú estás dispuesta a soportar conmigo estos momentos tan complicados, nos casaremos. Juntos seremos fuertes, saldremos adelante.

– Rafa, quiero estar contigo siempre…

He estado con los niños en el parque. Sé que a ellos esta situación impuesta les afectará de por vida, salvo que en algún momento futuro nuestros caminos se vuelvan a encontrar.

Related Post

CompiladoresCompiladores

Mª Carmen Rodríguez Matute aa Estas historias bien las podríamos resumir con la afirmación que la escritora estadounidense Jill Churchill nos revela: “No existe la madre perfecta, pero hay un