La vida que no viviste

Conchi Fuentes Bernal

 

[Fragmento del relato]

Y así fue como toda una vida quedó reducida a cenizas. ¿El momento más duro? Sin duda alguna éste fue uno de ellos. Esa tarde de julio mí corazón crujió cuando me entregaron aquella urna, lo sentí. Fue en ese preciso instante cuando se materializó esa pérdida, cuando tomé consciencia de que jamás volvería a verle, de que había muerto.

Fue como un gran salto sobre mí, sentí cómo un peso caía, esa fue la sensación que tuve, un peso. Y sin saber por qué evoqué el momento en el que tomé entre mis brazos a nuestro hijo por primera vez, aquel momento en el que tanta espera, ilusiones y amor infinito tomaban forma en el ser más bello que había visto hasta entonces. Y recordé sus palabras: -“¿has visto que bonito es?, cuando lo he cogido y he sentido su peso me ha invadido una responsabilidad… le he contado todos sus deditos y he salido con él por la puerta de paritorio como si llevase un trofeo…”-.

Dos fotogramas ubicados en mi corazón, justo uno en las antípodas del otro.

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