Mª Carmen Rodríguez Matute
[Fragmento del relato]
No me reconocía, quería volver al ritmo normal de mi vida anterior a Gloria, pero no podía, ni sabía cómo hacerlo. Tampoco sabía si ese sería el mejor camino a seguir. Ella había llenado tanto mi interior infinito y mi existencia, que ni siquiera su desprecio y abandono colmaban aún de cólera mi corazón.
Javi comenzó a sospechar que mis repentinas bajas, mi poca concentración en el trabajo y mi falta de ilusión estaban directamente relacionadas con el traslado de Gloria. No quería ser indiscreto y dentro de esa dedicación y empatía que le caracteriza, charlamos larga y plácidamente. Por último me aconsejó: “A veces, esas preciosas rarezas hacen único a cada uno de nosotros… Tú lo eres”.
!Y era verdad¡. Yo lo era. Y durante un periodo largo de tiempo su “abandono” había hecho que lo olvidara por completo, concibiendo, de esta manera, mi propia dejadez.
Decidí armarme de valor y reunir a mi familia para salir de esa supresión de libertad que me ataba a lo más absurdo de mi orientación sexual: la mentira y la cobardía.