Jorge López Castro
[Fragmento del relato]
Los días siguientes fueron transcurriendo según nos anticipó el médico. Realmente era como tener un nuevo bebé en casa. Fue, poco a poco, perdiendo su capacidad de hablar y de reconocer a la gente, incluso a nosotros. Los momentos de lucidez eran cada vez más escasos.
Estuvimos observando impotentes cómo Laura se apagaba y dejaba de ser mujer para convertirse de nuevo en una niña. Era como si se le hubiera olvidado todo lo aprendido anteriormente.
Intentábamos hacer todo lo que podíamos. Probamos con canciones y sus cuentos favoritos, para que pudiera comer algo más. Incluso tuvimos que ponerle pañales, además de bañarle y vestirla.
¡Pasó a depender totalmente de nosotros!
Nuestra pena se alternaba con la alegría de que, al parecer, ella no era consciente de lo que le ocurría. Paradójicamente parecía que estuviera feliz. Esa pequeña alegría nuestra era el menor de los males porque, en el fondo, estábamos destrozados con el deterioro tan rápido que había tenido nuestra Laura.