El arcoiris de las nubes

Susana Herrera Márquez

 

[Fragmento del relato]

Hay una cosa que no han conseguido quitarme, aunque todos me aconsejan que intente evitarlo, pero me resisto y lo sigo sintiendo. Mateo sigue conmigo. Lo he ganado las veinticuatro horas del día a mi lado, aunque nadie me entienda y crean que se me ha ido la cabeza con su pérdida.

Algunos expertos apuntan que los seres vivos se van de nuestro lado cuando fallecen, pero creo profundamente que solo se van físicamente porque si no, ¿cómo explico esto que Mateo esté conmigo todos los días, y seguirá estando el resto de mis días?

Bendita mi locura porque al darle cada besito a Luis, sigo sintiendo que se lo doy a ambos. Bendita mi locura que hace que cada día sienta más clara la importancia de lo cotidiano, porque es así donde se encuentra el secreto de la vida. Bendita después de bendita mi locura.

Hay veces que hasta llego a olerlo, percibo esa ráfaga de olor único que nos identifica a cada uno de los seres humanos. Ese olor inconfundible que nos traslada al espacio y tiempo concreto con alguien, como sucede cuando olemos un perfume, una flor, o una comida.

Me cobija un sentimiento de alegría y de nostalgia a la vez.

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