Esperanza Márquez Fernández
[Fragmento del relato]
Nada de esto es fácil, no es cuestión de llegar a la consulta del psicólogo y que te dé unas pautas a seguir y ya está todo solucionado. Hay que trabajar y afrontar nuestros miedos, reconocer dónde nos hemos equivocado, qué hicimos mal; a si mismo saber qué hicimos de bueno, qué hemos aportado ambos miembros tanto para el buen funcionamiento de la pareja como para hacer que esta se disgregue.
En fin, poner en una balanza todo lo positivo y todo lo negativo y sopesar el resultado. La mayoría de las veces hay mucho de bueno, aunque nos empeñemos en ver solo lo negativo, estamos muy acostumbrados, y creo sinceramente que por nuestra cultura y educación, a criticar y reprender las cosas negativas que apreciamos en los demás y en nosotros mismos y muy pocas veces alabamos el trabajo bien hecho, las atenciones que nos dispensan, los favores y renuncias que hacen en nuestro favor y beneficio. Igual sucede a la recíproca por parte de los demás con respecto a nosotros.
Es muy difícil aceptar nuestros fracasos, sea cualesquiera el motivo que los provocó, nuestra educación y parámetros sociales a los que estamos sometidos nos lo dificultan enormemente, no es tarea fácil ni agradable, pero al final el esfuerzo trae una recompensa.