Siénteme Clavel

José Ruíz Muñoz

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[Vivencia de un presidente de Asociación]

Conocí a Raquel hace tres años; fue en la Asociación, recuerdo que estaba estresado pues era época de exámenes, soy profesor de Instituto, y me había llevado algunos para corregirlos allí por falta de tiempo. Tenía la mente saturada y mi aspecto sería de persona agria y malhumorada; me suele pasar cuando me estreso.

Había llamado antes para concertar una cita conmigo, ya que venía de Jaén y aunque por teléfono habíamos hablado del papel de la Asociación con respecto a nuestra enfermedad común, ella quiso venir para conocernos en persona, decisión que me pareció valiente o necesitada de ayuda.

Llegó un poco tarde de la hora acordada, le echó la culpa al tráfico -qué excusa va a poner una taxista, pensé- pero luego llegué a la conclusión de que el retraso lo originó la duda de si entrar o no. A mí me vino fenomenal, ya que mientras tanto me dio tiempo de corregir cuatro exámenes más, aunque dos de ellos no tardé mucho en hacerlo, eran malísimos.

Cuando le abrí la puerta, tras la mirada de reconocimiento inicial, me pareció que tenía más de 30 años, edad que me dijo por teléfono, también la noté cansada y algo desaliñada, como si se hubiera arreglado para venir a nuestra cita, pero sin mirarse a ningún espejo. Tras los “hola que tal” correspondientes, pasé a la pregunta que siempre hago para romper el hielo y esbozar una sonrisa…

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