Jorge López Castro
[Fragmento del relato]
No he tenido ganas ni de escribir estos días. De manera casi incomprensible he vuelto a caer un poco-mucho en la desidia, en la dejadez. No tengo fuerzas ni para levantarme, ni tan siquiera para entregar la documentación para que me otorguen la ayuda por estar desempleado.
Después de mi conversación con María, vinieron muchos recuerdos a mi memoria, como el día que me despidieron hace ya dos años, o aquel fatídico día en el que ella me dijo que no quería seguir conmigo, que ya no podía más. Para mí fue como si me obsequiaran con una puñalada en el corazón y me dejaran sin vida.
Por aquel entonces tenía casi cincuenta años y tuve que empezar de cero. El Mundo se me vino encima, sobre todo cuando tuve que irme de mi casa y volver al piso que mis padres tenían en Huelva, ciudad donde nací. Durante ese período me di de baja por depresión, porque era verdaderamente incapaz de rendir en el trabajo.