Antonio David Núñez Rodríguez
[Fragmento del relato]
Paré, todo retornó a mi mente, se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas, y por un momento me volví a sentir como el primer día…
Inmóvil y pensativo me encontraba como un árbol frágil afectado por los fuertes vientos. Por dentro, solo encontraba miles de preguntas sin resolver, miles de dudas, miles de sentimientos que no era capaz de expresar; en cambio, por fuera el silencio se hacía un gran lugar en mí, la pasividad, la concepción de mi mismo como si de un pequeño naranjo frágil de 17 años se tratase, con una gran herida en el centro de su tronco y unos frutos marchitados por el duro clima. No había sido capaz de resistir la tormenta y mucho menos, dejar de recordarla. Desde entonces, tardé mucho en volver a ver un arcoíris.
Se asomaban a mis ojos unas lágrimas, y a mis labios una frase de perdón, mi mente había vuelto a actuar como sumisa respecto a la fuerza del corazón, bueno, en cierto sentido a la debilidad.