Ana Ruíz Arias
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[Fragmento del relato I]
¡Qué suerte despertar con un beso el día de tu cumpleaños! Escucho la puerta cerrarse mientras intento abrir los ojos. Siempre me costó mucho levantarme, sobre todo a esas horas en las que el sol todavía no entra por la ventana.
Me estiro, me incorporo y me meto de un salto en el baño. Después del aseo parece que empiezo a percatarme del día de hoy. Cuarenta años me separaran dentro de unas horas de aquella madrugada del 8 septiembre del 21 en la que sorprendí a toda la familia asomando la cabeza minutos después del nacimiento de mi hermana Mercedes. Me encanta recordar a mi madre contando aquel momento y a mi padre gruñendo de fondo. Pensar en ella me hace sonreír con cariño. Parece que con los años todo se recuerda con menos dolor y más nostalgia.
Me pongo un café al fuego mientras caliento un poco de pan de ayer para acompañarlo de un chorrito de aceite, ajo y sal. Me gusta madrugar para poder tener este ratito de relax durante el desayuno, en el que hablo conmigo a solas. Y hoy con más razón.
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Década séptima (1981-1991)
[Fragmento del relato II]
Es curioso como el tiempo lima los recuerdos… Los malos no lo parecen tanto y los buenos nos llenan de nostalgia. A pesar de la mala infancia que nos tocó vivir, hoy daría todo lo que tengo por volver a estar allí… y jugar en aquel patio, y correr por las calles de albero, y hacer los mandados que mi padre me encargaba… hasta coser, hoy lo daría todo por pasar la tarde cosiendo con mi madre, aunque no me gustase nada de nada.
Ante mí una foto de ellos, mis padres. Se les veía tan jóvenes… Esa foto se la hicieron por separado, creo que, en años diferentes, y poco antes de la guerra. Al parecer, un fotógrafo que trabajaba en el centro de Sevilla les hizo el montaje, para que tuviesen una foto de ellos juntos, en blanco y negro con una especie de nube alrededor. Estuvo siempre en un cajón de una mesita de la habitación de mi madre.