Pasó la noche, llegó el día

Fernando Sánchez Romero

 

[Fragmento del relato]

Pasaron unas horas que se hicieron eternas en las cuales rezó a todos los santos, se encomendó a creencias que creía ya olvidadas, todo en pos de una última oportunidad que naciera de lo imposible; aunque también deseó con todas sus fuerzas que el sufrimiento terminara, y eso le hacía sentirse tan canalla… Porque pensar en esa idea suponía renunciar a ella, a la que convertía siempre sus inviernos en primaveras con su sonrisa, la que vió crecer al amparo de su protección a cambio de guardarle confidencias y cubrirle las espaldas como buena hermana menor.

Juntos desde pequeños habían descubierto el agradable aroma con el que se impregna una casa con un buen bol de palomitas; habían compartido el placer que deja en el olfato un paseo con su perro por el parque con el césped recién cortado, el disfrute máximo de correr bajo la lluvia en una carrera por ver quién llegaba antes al portal, o dejarse encajar un gol por su hermana pequeña, sólo por el hecho de verla saltar de alegría y llena de felicidad por haber vendido a su hermano mayor; ver caer a su mito ante sus pequeños pies.

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