Mª del Mar Fernández Prieto
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[Vivencia de una fisioterapeuta]
En la siguiente semana, Iker me reconocía que había sido mejor que la anterior, sin que por ello no hubiera tenido algunos dolores en piernas y espalda. La diferencia es que esta vez sí siguió el tratamiento recomendado por su médico.
En cuanto al ánimo, cada día que pasaba intentaba ser más optimista y la verdad es que lo iba consiguiendo, aunque de vez en cuando le venían a su mente esas ideas tan funestas de soledad, desesperanza, las cuales intentaba rechazar desde lo más profundo de su corazón.
Estas palabras de Iker también me animaban a mí, sobre todo para seguir guiándole por el mismo camino, mezclando el apoyo de mis masajes con mis comentarios para reflexionar, sin ninguna intención de jugar a ser psicóloga, cada profesional con lo suyo.
Al finalizar esa sesión, me dijo algo que me llegó al alma:
– Luar, hace poco que vengo a verte, pero no puedes imaginarte cuánto me estás ayudando. El otro día me fui de aquí pensando e intentando contestar a esas preguntas que me hiciste, algo que he ido haciendo poco a poco durante los días posteriores. Después de hablar mucho y escuchar a Pablo más aún, con el añadido de alguna que otra conversación con mi madre -a la que tenía un poco olvidada- he llegado a la conclusión de que les importo, de que me quieren …